La anécdota puede sonar muy trillada, pero me pasó de a de veras. Mi noche no empezó de lo más copante que uno puede esperar. Después de un par de discusiones con alguna gente, iba a acompañar a mi hermana a "the Trosko Show", resulta que a mitad de camino decidí volverme pa' casa. Una vez acá me puse a tocar la guitarra y después a seguir con la lectura de Hard Times de Dickens: el libro es genial, yo con la guitarra soy cada vez peor.
A eso de las 3 de la mañana de este viernes no decidí suicidarme (como dice la canción) sino que decidí ir a la cama (aunque según Sor Juana y tantos otros es como un anticipo de la muerte, lo que vendría a convertir al sueño voluntario en una especie ensayo suicida). La cosa es que una vez acostado y tapado mi amiga Luciana me dice que estaban en una fiesta, que vaya, que la joda estaba güenasa.
Como no estaba dormido todavía, me volví a vestir. Puse un gerselito (la palabra me recuerda a mi infancia alpujarreña y, por ende, me cae simpática) en la mochila, bajé, tomé un taxi y salí pal festejo en cuestión. El taxista arrancó con eso de que hay que matar a no sé quién, después me dijo que cierta pareja estaba besándose en Salguero y San Jerónimo desde hacía tres horas, que el chaboncito era un pelotudo. Concluyó su relato con una anécdota que rozaba el piso: "una tipa de 65 años quería cogérselo". En realidad lo que rozaba el piso eran las tetas de la vieja, pero bue.
Bajé en Sarmiento y Esmeralda, pero no "compré un paquete de pastillas Remomé". Caminé un par de cuadras y me vino un retorcijón al estómago: no le hice caso (es el momento justo para aclarar que dicha celebración era al aire libre, muuuuuuuuuuuy lejos de todo tipo de baño). Seguí mi camino y llegué a la joda. Saludé a mis amigotes quienes estaban comprando una cerveza. Bebí, seguí con la bebida.
Me vino el maldito retorcijón de nuevo. Fui a un árbol, "eché un meo". Volví, seguimos con la charla y la bailoteada. La mayor de las chicas tenía problemas para articular sonidos, peleaba con extraños. Yo aceptaba todos los tragos que me llegaban a las manos. Eran las 4:30 aprox. Saludé compañeros de la facultad. Charlé con ellos, tomé otro trago.
Seguí yendo y viniendo. Compré un par de cervezas (calientes, por cierto). El maldito retorcijón volvió. Fui a uno de esos baños naturales que quedan al oscuro. Traté de orinar, no podía: al menos sin "premio". Maldíjeme. Volví a la pista de bailoteo. Volví a tomar porrón: ¡¡ERROR!! Seguí con la charla y el bailoteo. Volvió el maldito retorcijón.
Sin decir nada me tomé el palo, iba caminando rápido. El lugar está a tres kilómetros de mi casa. Tomé un taxi, no aguantaba más, sentí algo que se me escapaba. Bajé el vidrio, como pa' disimulá'. Llegamos a mi casa. Pagué. Bajé, abrí la puerta. Los dos malditos ascensores en la terraza!!!!!!!!!!! No podía pasar de otra manera: ME CAGUÉ ENCIMA.
PD: si se preguntan por qué me fui sin decir ni chau, ahí está mi respuesta.
sábado, 11 de octubre de 2008
Final conocido
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4 comentarios:
qué escatológico!! Juan carloooooooo!
me reí mucho!
besos!
Un psicólo de los varios que tuve me dijo: "te doy de alta porque se ve que aprendiste a sacar la mierda de adentro de a poquito, sin explotar".
Me parece que después del viernes voy a tener que volver a terapia!!!
yo tamb me reí mucho, hijo de buda!
beso
ke cagada che lo que te paso! me parece que esto concluye con un gran (valga la redundancia)... KE CAGON QUE SOS BOLO!!!
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